Has aprendido que no sirve de nada intentarlo

No es que no sepas qué hacer. Es que una parte de ti ya no cree que sirva de nada.

Esa sensación suele aparecer después de varios intentos fallidos. Probar, esforzarte, poner todo de ti… y no ver resultados. Con el tiempo, aprendes a protegerte de esta sensación desagradable dejando de intentarlo.

Este estado se llama indefensión aprendida. Aprendiste que no podías, que por ahí no era, que eso no iba contigo. Y aunque hoy todo sea diferente, te descubres actuando como si no tuvieras otra salida que seguir haciendo las cosas como siempre las hiciste. Tu experiencia pasada te enseñó que luchar no vale la pena.

Es sutil, casi no se nota. Sigues con tu rutina, pero algo en ti se ha cerrado: ya no sueñas, ya no apuestas por lo que quieres, ya no te haces preguntas.

No es un bloqueo mental. Es un bloqueo del deseo.

¿Por qué hoy actúas como si ya supieras que no funcionará?

Carmen sigue perfeccionando su web desde hace meses, pero aún no se atreve a lanzarla.
Luis tiene una idea valiosa, pero cada vez que va a compartirla, se dice que “ya hay demasiados haciendo lo mismo”.
Raúl sabe que desea avanzar con su proyecto… pero no da el paso.
Ana quiere ofrecer sesiones, pero no publica nada porque siente que “nadie le va a escribir”.

En todas estas situaciones hay algo en común: una retirada anticipada. No es que no quieran. Es que, en algún punto del camino, aprendieron a suponer que no iba a funcionar.

La indefensión aprendida rara vez se presenta como un “me rindo”. Suele disfrazarse de prudencia, de preparación infinita. Pero lo que antes fue una defensa, ahora puede estar funcionando como una barrera. Una que ya no te protege: te limita.

Un mapa antiguo para una realidad nueva

Estás usando un mapa antiguo para una ciudad que ha cambiado. Lo que antes fue cierto (que no funcionó, que nadie respondió) hoy puede no aplicarse. El contexto cambió. Tú cambiaste. Las condiciones también.

Pero para poder actuar desde el presente, necesitas primero reconocer que tu forma de ver está marcada por experiencias pasadas que no has actualizado. Y eso no es algo que se resuelva con una frase bonita o con “más ganas”. Se resuelve con conciencia, con tiempo y con acompañamiento.

Muchas personas llegan al coaching no porque no sepan qué hacer, sino porque se dan cuenta de que no se están permitiendo hacerlo.

Presencia y Estrategia

Cuando dejas de moverte con el piloto automático algo importante empieza a hacer cada vez más evidente: empiezas a ver opciones.

Pequeños gestos, como enviar un mensaje, compartir una idea o volver a sentir deseo por lo que haces, no parecen gran cosa desde fuera. Pero internamente marcan un giro: empiezas a salir del modo “nada sirve” y entras en el terreno de lo posible.

Esa posibilidad no es ingenua. No es pensar que ahora todo va a salir perfecto. Es algo más profundo: volver a mirar tu vida y tu proyecto con presencia.

Y cuando aparece la presencia, puede aparecer también la estrategia.

Porque no es lo mismo actuar desde el miedo a fracasar, que actuar desde una lectura lúcida de lo que necesitas, de lo que puedes dar y de lo que quieres construir.

La estrategia (en un proceso de emprendimiento o reinvención) no es solo planificación externa, es también una forma de ver. Es cuando dejas de responder desde la herida y empiezas a tomar decisiones desde el presente, con la información real que tienes hoy, no con las suposiciones del pasado.

Solo cuando dejas de anticipar que no va a funcionar, puedes preguntarte con honestidad:
¿Qué es lo que sí podría funcionar ahora, en este contexto, desde quién soy hoy?

¿Te das cuenta? Es el inicio de una nueva narrativa.

No estás condenado al mismo resultado de siempre

No son certezas lo que necesitas para avanzar. En este momento no necesitas cumplir ninguna expectativa externa sino salir de ese momento de estancamiento que no te deja moverte.

Antes te preguntaba por qué actuabas como si supieras no iba a funcionar. Ahora te digo: ¿qué harías si ya no dieras por hecho que no va a salir bien?. ¿Te volverías a permitir desear, imaginar planes, hacerte preguntas? ¿Tendrías ganas de volver a intentar? Te aseguro que sí.

Cuando dejas de actuar como si todo estuviera perdido, aparece un margen de movimiento. Aparece una grieta por donde puede entrar la estrategia, el deseo, el contacto real con lo que quieres construir.

Y esa grieta no se abre sola. Se abre cuando te haces cargo de la mirada con la que estás habitando tu presente.

Ahí empieza la libertad: no en tener todo claro, sino en dejar de vivir como si estuvieras condenado al mismo resultado de siempre.

¿Y si no se trata de tener respuestas, sino de volver a elegir?

A veces creemos que necesitamos claridad total para avanzar. Pero lo que más necesitamos es volver a sentir que podemos elegir.

Elegir mirar.
Elegir intentarlo.
Elegir no rendirnos antes de tiempo.
Elegir dar un paso —aunque sea pequeño— que contradiga la vieja historia.

No se trata de inventarte una nueva vida desde cero.
Se trata de volver a habitar tu poder personal, ese que tal vez estaba intacto, solo adormecido por la decepción, el miedo o el cansancio.

Si has llegado hasta aquí, probablemente no estás tan perdido como crees.
Solo estás desconectado de tu capacidad de respuesta.

Y esa capacidad, cuando se despierta, no necesita saberlo todo. Solo necesita espacio para moverse. Para probar. Para recordar que aún puedes y empezar a trabajar desde ahí.



Si algo de lo que has leído hoy resuena contigo, quizás este sea un buen momento para dar un pequeño paso.

📌 Primera consulta gratuita

📍 Modalidad: Online o presencial en Santa Cruz de Tenerife

🏠 Dirección: C/ Ruiz de Padrón, 18, 38002 Santa Cruz de Tenerife

📅 Más información sobre cómo trabajo

📅 Agenda tú mismo la cita en el horario que mejor te venga

💬 Escríbeme por WhatsApp y cuéntame en qué punto estás

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio