Si en la Edad de Piedra hubieran existido vallas publicitarias con mensajes como en la actualidad alguna de ellas seguro que pondría “cuanto más tengas, mejor”.
Y es que en aquellos tiempos, esto tenía mucho sentido. ¿Más comida?, más probabilidad de sobrevivir a épocas de escasez. ¿Mejores armas?, más seguridad frente a animales o frente a otros grupos que nos pudiesen atacar. La vida era una lucha constante por la supervivencia, y acumular recursos podía significar la diferencia entre la vida y la muerte.
No es extraño que nuestra mente moderna esté buscando siempre más: sea dinero, una casa, el último modelo de coche. La evolución ha configurado tu mente para que esto sea así. Aunque vivas en una gran ciudad y no te juegues la vida cada vez que sales de la cueva, perdón, de tu casa, este instinto de supervivencia está grabado a fuego en tu adn y por eso es tan complicado luchar contra él.
Sin embargo hoy tenemos nuevas herramientas culturales y sobre todo un pensamiento que los primeros homo sapiens no tenían. Ellos nunca necesitaron preguntarse “¿es esto realmente lo que necesito para ser feliz?”.
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