«Yo por las buenas soy muy bueno, pero por las malas puedo ser muy malo.».
Seguro que has oído esto muchas veces. Se dice con orgullo, como si fuera algo positivo. Pero en realidad, es un ejemplo de comunicación pasivo-agresiva. Significa que cuando alguien hace algo que no me gusta, no digo nada al principio. Dejo que pase una, cinco, quince veces sin defender mis derechos ni expresar mi desagrado. Hasta que finalmente, me harto y exploto de forma agresiva. En ese momento, pierdo el control y reacciono exageradamente.
¿Qué tiene esto de positivo?
A veces se justifica diciendo «es que soy de dar oportunidades», pero no se trata de eso. Desde la primera vez que algo no te gusta, puedes decirlo. La otra persona no puede leer tu mente y no tiene por qué soportar tu ira acumulada. Sobre todo porque el detonante final suele ser algo pequeño, como una gota que colma el vaso, y tu reacción puede ser desproporcionada.
No es justo para la otra persona, que no tiene forma de saber que te molesta su conducta si no se lo dices. Tampoco es justo para ti, que tienes que pasar por ese proceso de acumular frustración hasta explotar.
¿Te pasa esto a menudo? ¿Por qué crees que actúas así?
Coach Personal acreditado por ICF. Máster en Psicología Clínica y Recursos Humanos. Consulta Presencial y Online en Santa Cruz de Tenerife. Te acompaño en la búsqueda de tu Plan de Acción. Información de Contacto.