Expresar lo que piensas sin malentendidos. Decir lo que sientes sin sentirte incomodo. Pedir lo que necesitas sin que se convierta en un problema.
No siempre es fácil, ¿verdad?
Muchas personas (sobre todo cuando lideran, emprenden o atraviesan cambios) se enfrentan al reto de comunicarse con claridad sin generar conflicto. Y terminan callando demasiado… o diciendo más de la cuenta.
Por eso quiero compartirte un modelo práctico y respetuoso: “yo pienso – yo siento – yo quiero”. Una herramienta sencilla que puede ayudarte a hablar desde ti, con responsabilidad y sin culpas, incluso en conversaciones difíciles.
En este artículo verás cómo funciona y cómo aplicarlo paso a paso en tu entorno personal o profesional.
¿Qué significa comunicar con asertividad?
La asertividad es la capacidad de expresar lo que piensas, sientes y necesitas de forma honesta, clara y respetuosa, sin imponer tu visión pero tampoco dejándote de lado a ti mismo.
Es el punto medio entre dos extremos que suelen generar problemas:
Comunicación pasiva: cedes, evitas decir lo que realmente opinas, callas por evitar tensiones. Pero al hacerlo, acumulas frustración porque no te tienen en cuenta.
Comunicación agresiva: dices lo que piensas sin filtro, sin tener en cuenta cómo lo recibe la otra persona. Puede parecer efectivo, pero suele generar resistencia, distancia o conflicto.
Comunicar con asertividad no es «ser suave» ni «decirlo bonito»
Es aprender a hablar desde ti, con firmeza y cuidado, validando tanto tu visión como la del otro. En entornos profesionales, la asertividad no solo evita malentendidos: fortalece relaciones, construye confianza y mejora la toma de decisiones.
¿Tu estilo es pasivo, agresivo o asertivo?
Reconocer tu estilo de comunicación es el primer paso para transformarlo. Aunque todos podemos movernos entre distintos estilos según el contexto, solemos tener un patrón más habitual.
Aquí te muestro cómo se ven en la práctica:
🟡 Estilo pasivo
No expresas lo que piensas o sientes.
Evitas los desacuerdos, aunque eso signifique ceder demasiado.
Dices “sí” cuando en realidad quieres decir “no”.
Dejas que otros tomen decisiones por ti.
Resultado: Acumulas incomodidad y desconexión contigo mismo.
🔴 Estilo agresivo
Impone tu opinión como verdad absoluta.
Usas el lenguaje para dominar, corregir o atacar. Sueles interrumpir o ignorar lo que dice el otro.
Puedes recurrir al sarcasmo, la crítica o la presión.
Resultado: Generas rechazo o miedo en quienes te rodean.
🟢 Estilo asertivo
Dices lo que piensas y sientes con respeto.
Te responsabilizas de tus emociones sin culpar a nadie.
Escuchas activamente y dejas espacio al otro.
Eres claro con tus necesidades y abierto a negociar.
Resultado: Fortaleces relaciones y reduces tensiones innecesarias.
¿Qué es el modelo «yo pienso – yo siento – yo quiero»?
Es una estructura de comunicación sencilla y poderosa que te ayuda a expresarte de forma clara, honesta y sin que nadie se sienta atacado.
Funciona especialmente bien en conversaciones difíciles, porque te permite hablar desde ti mismo, sin echar culpas ni tampoco quedándote en segundo plano.
El modelo tiene tres partes:
Yo pienso… Empiezas compartiendo tu punto de vista como una opinión, no como una verdad absoluta.
👉 “Yo pienso que podríamos haber organizado mejor el equipo esta semana.”
Esto baja la defensividad del otro, porque no lo estás juzgando, sino mostrando tu mirada.
Yo siento… Nombras lo que te está pasando emocionalmente, sin ponerlo en el otro.
👉 “Me siento frustrado porque para mí era importante cumplir el plazo.”
Al hacerlo, humanizas la conversación y le das profundidad sin cargar al otro con culpa.
Yo quiero… Expresas lo que necesitas o propones, dejando la puerta abierta a una solución compartida.
👉 “Quiero que pensemos juntos cómo organizarnos mejor para la próxima entrega.”
Esto transforma el conflicto en una posibilidad de acuerdo.
Ejemplos de comunicación efectiva en entornos profesionales
Una observación mal planteada puede parecer una crítica.
Una necesidad mal expresada puede sonar a exigencia.
Muchas tensiones laborales no nacen del fondo de lo que se dice sino de la forma en que se dice. Sea cual sea tu rol en la empresa o en el proyecto al final formas parte de un equipo y no te basta con tener buenas ideas: necesitas saber cómo comunicarlas de forma que sumen y no dividan.
Aquí tienes tres ejemplos reales de cómo expresar desacuerdo, poner límites o hacer propuestas con claridad, respeto y apertura.
🧩 En una reunión de equipo
Antes: “Esto no va bien, nadie está cumpliendo.”
Con el modelo: “Yo pienso que nos está faltando coordinación en algunas tareas. Me siento frustrado porque esto está afectando al ritmo del proyecto y quiero que aclaremos cómo vamos a organizarnos de aquí en adelante.”
📩 En una negociación con un colaborador o proveedor
Antes: “Esto no es lo que acordamos. Así no se puede trabajar.”
Con el modelo: “Yo pienso que el resultado se ha desviado bastante del enfoque que habíamos pactado. Me siento incómodo con la situación porque hay plazos comprometidos, y quiero que revisemos juntos cómo podemos ajustarlo.”
🔄 Cuando sientes que no se te escucha en el equipo
Antes: “Nunca me hacéis caso. Da igual lo que proponga.”
Con el modelo: “Yo pienso que mis ideas no se están considerando del todo en las últimas decisiones. Me siento desmotivado porque me implico mucho, y quiero saber si hay alguna razón o algo que pueda hacer para que mi voz se tenga más en cuenta.”
Este tipo de comunicación no solo reduce tensiones: genera confianza, profesionalismo y madurez relacional. Te permite defender tu postura sin dejar de construir.
¿Es suficiente con hablar bien?
Este modelo ayuda. Pero no es suficiente.
Una (verdadera) conversación no depende solo de cómo formulas una frase, sino desde dónde la dices y cómo escuchas lo que vuelve.
Puedes aplicar el modelo a la perfección y, aun así, notar que algo no encaja. Porque detrás de cada interacción hay más que lenguaje: hay emociones, historias, expectativas. A veces, el tono contradice las palabras. A veces, hay prisa donde debería haber pausa. O ganas de tener razón donde haría falta escuchar.
Para que una conversación funcione hace falta empatía y estar dispuesto a encontrarte con el otro sin convertirlo en enemigo a la primera vez que te lleve la contraria.
También hace falta paciencia: contigo mismo, con tus aprendizajes, con los tiempos de los demás.
Este modelo no soluciona todo. Pero abre puertas. Y con cada puerta que se abre, se hace un poco más posible aquello que tantas veces postergamos: comunicarnos con verdad, sin dañar. Y construir, en vez de resistir.
Si algo de lo que has leído hoy resuena contigo, quizás este sea un buen momento para dar un pequeño paso.
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