¿Alguna vez te has dicho «es que yo no sirvo para esto»?
Tal vez al intentar hablar en público, aprender algo nuevo o gestionar mejor tus emociones. Pues no es que no puedas, es que tu cerebro aún está entrenando.
La plasticidad cerebral: el cambio es posible
La plasticidad cerebral (o plasticidad cortical) es la capacidad del sistema nervioso para adaptarse, reorganizarse e incluso cambiar físicamente en respuesta a la experiencia, el aprendizaje o el entorno.
Esto significa que tu cerebro no es un sistema fijo, sino que está en constante transformación a lo largo de toda la vida.
Un ejemplo clásico lo encontramos en un estudio realizado con violinistas profesionales: los investigadores observaron que aquellos que comenzaron a tocar desde pequeños tenían una representación mucho mayor de los dedos de la mano izquierda en la corteza somatosensorial (la zona del cerebro que procesa la información táctil). Esto se debe a la práctica constante y especializada de esa mano para producir las notas musicales (Elbert et al., 1995).
Es decir: lo que más entrenas, más espacio ocupa en tu cerebro.
Más uso = más desarrollo.
¿Y qué tiene que ver esto contigo?
Aunque no toques el violín, el principio es el mismo.
Cada vez que repites una acción, una forma de pensar o una estrategia emocional, tu cerebro fortalece esas conexiones neuronales. Es lo que el psicólogo Donald Hebb describió con su famosa frase: “Las neuronas que se activan juntas, se conectan entre sí” (Hebb, 1949).
Por eso, cuando entrenas una nueva habilidad —por ejemplo, poner límites, hablar en público o cambiar tu diálogo interno—, lo que estás haciendo es moldear nuevas rutas neuronales.
No es magia. Es biología.
Y también requiere paciencia.
Cambiar no es instantáneo (y eso está bien)
Muchas personas se frustran cuando intentan cambiar algo y no lo logran de inmediato. Pero desde la neurociencia sabemos que el aprendizaje real implica repetición, error y ajuste. En un estudio realizado por Draganski y colaboradores (2006), se demostró que el simple hecho de aprender malabares producía cambios estructurales medibles en el cerebro después de varias semanas de práctica.
Eso significa que tu cerebro responde al entrenamiento, incluso en la adultez.
Así que si estás trabajando en mejorar algún aspecto de tu vida —tu comunicación, tu autoconfianza, tu gestión emocional—, no te desanimes si al principio no te sale.
Tu cerebro no está fallando.
Está entrenando.
Cambiar cuesta, pero se puede
En coaching ontológico trabajamos precisamente con esas formas de ver e interpretar el mundo que hemos aprendido (y repetido) durante años. Y desde ahí, abrimos espacio para nuevas posibilidades de ser, pensar y actuar.
Es un proceso. Y como todo entrenamiento, requiere compromiso, atención y acompañamiento.
Así que la próxima vez que pienses “no soy bueno en esto”, te propongo cambiar la frase por:
👉 “Mi cerebro aún está entrenando.”
Y seguir. Porque sí, cambiar cuesta, pero se puede.
Y tú puedes.
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📚 Referencias
- Elbert, T., Pantev, C., Wienbruch, C., Rockstroh, B., & Taub, E. (1995). Increased cortical representation of the fingers of the left hand in string players. Science, 270(5234), 305–307.
- Hebb, D. O. (1949). The Organization of Behavior: A Neuropsychological Theory. Wiley.
- Draganski, B., Gaser, C., Busch, V., Schuierer, G., Bogdahn, U., & May, A. (2006). Temporal and spatial dynamics of brain structure changes during extensive learning. The Journal of Neuroscience, 26(23), 6314–6317.

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