Tienes algo que decir pero no sabes cómo contarlo

Desde hace años voy a comprar a la misma librería de segunda mano.
Es un local feo, las cosas como son. Pero su dueño habla de los libros como si fueran personas, y eso me recuerda a cuando pasaba los días leyendo de pequeño. Los libros eran mis amigos. Me sentía acompañado.
Volver a esa sensación, simplemente hablando con él, es especial.

No tiene redes, aunque me da que tampoco las necesita.
Una vez le pregunté por qué no se hacía un Instagram para dar a conocer las «novedades» —que en realidad no son novedades: son libros que le trae la gente— y me dijo:
“Si alguien tiene que encontrar un libro aquí, lo va a encontrar.”
Sí, es de esos señores mayores que sueltan frases tipo Yoda. Y parte de su encanto está ahí.

Su tienda sigue viva sin redes sociales.
¿Tu y yo podríamos decir lo mismo?

No tengo que convencerte de que tienes que estar en redes sociales. Lo que quizá no tienes tan claro es cómo estar sin parecer uno más, sin forzarte, sin copiar lo que hacen los demás.

Lo que importa es la sensación que dejas.
Si consigues que tu cliente se sienta como yo en esa librería, ya está. Eso es lo difícil.

Lo demás —qué equipo necesitas, cómo editar rápido, cómo ser natural frente a cámara, cómo hacer un buen guión— lo puedes aprender conmigo o con cualquier otro profesional.

Tener algo que decir y saber cómo decirlo.
No hay mucho más secreto.