Y de repente un pensamiento desagradable aparece en tu mente y, casi sin darte cuenta, empiezas a actuar como si fuera una verdad absoluta. Seguro que te ha pasado en mas de una ocasión.
Es como si ese pensamiento se convirtiera en un narrador interno al que sigues sin cuestionar. Pero, ¿qué pasaría si pudieras dar un paso atrás y verlo como algo externo a ti?
Crear distancia con tus pensamientos
Los pensamientos son como nubes: aparecen, se forman y eventualmente se disipan. Sin embargo, muchas veces los tratamos como si fueran hechos inamovibles. Frases como “Soy un fracaso” o “Nunca lo lograré” pueden llegar a definir cómo te sientes y actúas si no las cuestionas.
Cambiar la narrativa a algo como:
«Estoy teniendo el pensamiento de que soy un fracaso»
puede parecer un detalle menor, pero tiene un impacto profundo. Esta frase crea un espacio entre tú y el pensamiento, permitiéndote observarlo en lugar de quedarte atrapado en él.
¿Por qué funciona?
Separación del «yo»: Cuando dices “Soy un fracaso”, te identificas con el pensamiento. Pero al decir “Estoy teniendo el pensamiento de…”, reconoces que ese pensamiento es solo una parte de tu experiencia, no define quién eres.
Reducción de la reactividad: Al tomar distancia, disminuyes la carga emocional del pensamiento. No necesitas luchar contra él ni intentar eliminarlo; simplemente lo observas.
Mayor claridad: Esta técnica te permite cuestionar si el pensamiento es útil o incluso cierto. ¿!– /wp:paragraph –>
Ejemplo práctico
Imagina que has tenido un mal día en el trabajo y aparece el pensamiento: “Soy malo en lo que hago”. Si lo tomas como un hecho, puedes sentirte frustrado o desmotivado. Pero si introduces la frase:
«Estoy teniendo el pensamiento de que soy malo en lo que hago»,
el panorama cambia. Ahora puedes analizarlo:
¿Qué evidencia tengo de esto?
¿Estoy pasando por alto lo que sí hice bien hoy?
¿Cómo puedo abordar este pensamiento de manera más constructiva?
Una metáfora útil
Piensa en tus pensamientos como notificaciones en el móvil. Si recibes una notificación diciendo “¡El mundo está acabando!” no te apresuras a creerlo; primero revisas si es una fuente fiable o si solo es un titular sensacionalista. Lo mismo puedes hacer con tus pensamientos: obsérvalos, evalúalos y decide si les das importancia o los dejas pasar.
Ejercicio: observa tus pensamientos
Anota tus pensamientos automáticos: Cada vez que notes un pensamiento repetitivo o incómodo, escríbelo en un papel.
Usa la frase mágica: Frente a cada pensamiento, añade: “Estoy teniendo el pensamiento de…”.
Reflexiona: Pregúntate:
¿Qué emociones despierta este pensamiento?
¿Es útil seguir alimentándolo?
¿Qué puedo hacer para cambiar mi enfoque?
Al principio puede parecer extraño o artificial, pero con práctica notarás cómo cambia tu relación con lo que pasa por tu mente.
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