Desayuno reconfortante junto a una ventana con luz suave, acompañado de la frase “Tu paciencia tiene combustible: se llama descanso, comida y bienestar”.

¿Estás enfadado o solo tienes hambre?



Desayuno reconfortante junto a una ventana con luz suave, acompañado de la frase “Tu paciencia tiene combustible: se llama descanso, comida y bienestar”.

Piensa en la última vez que tomaste una decisión impulsiva. ¿Fue justo antes de la hora de comer? ¿O quizás después de una noche de mal descanso? Nuestro estado fisiológico tiene un impacto directo en nuestra capacidad para pensar con claridad y tomar decisiones racionales. Investigaciones en neurociencia han demostrado que la falta de sueño, la hipoglucemia y el dolor crónico pueden alterar la función de la corteza prefrontal, disminuyendo el autocontrol y aumentando la impulsividad (Killgore, 2010; Gailliot & Baumeister, 2007). Cuando el hambre, el cansancio o el dolor se apoderan de nuestro cuerpo, el cerebro prioriza la supervivencia sobre la reflexión.

La corteza prefrontal, la parte del cerebro encargada de la toma de decisiones y el autocontrol, se ve afectada por estas condiciones. En su lugar, la actividad en la corteza prefrontal disminuye, lo que reduce nuestra capacidad de autocontrol y aumenta la reactividad emocional. Áreas como la amígdala y el estriado ventral, relacionadas con la respuesta emocional y la búsqueda de recompensas inmediatas, pueden volverse más activas, llevándonos a reaccionar de manera más impulsiva.

Cansancio, hambre y dolor: Los enemigos ocultos de tu autocontrol

Cuando estamos agotados o con hambre, nuestra capacidad para manejar las emociones disminuye. Por ejemplo, después de un día largo de trabajo sin haber comido bien, es más probable que te irrites con un comentario trivial de un compañero o que tomes decisiones impulsivas en lugar de reflexionar con calma. Situaciones cotidianas como responder con brusquedad a un ser querido o comprar algo innecesario en el supermercado pueden estar influenciadas por nuestro estado físico más de lo que creemos.

¿Cómo afectan estos factores nuestra toma de decisiones?

Hambre: Si bien la glucosa es una fuente de energía clave para el cerebro, la impulsividad relacionada con el hambre también está influenciada por hormonas como la grelina (que estimula el apetito y puede aumentar la impulsividad) y la leptina (que regula la saciedad). Un desequilibrio en estas hormonas puede afectar el estado de ánimo y la toma de decisiones. Es por eso que muchas veces tomamos decisiones apresuradas o poco inteligentes cuando tenemos el estómago vacío.

Cansancio: Dormir mal o estar privado de sueño afecta la memoria, la concentración y la regulación emocional. Las personas que no han dormido lo suficiente son más propensas a ser agresivas o reaccionar de manera desproporcionada.

Dolor: El dolor crónico o intenso no solo aumenta la ansiedad y la irritabilidad, sino que también puede afectar funciones cognitivas como la atención y la memoria de trabajo, dificultando la evaluación de opciones y el control de impulsos. Esto nos hace menos pacientes y nos lleva a tomar decisiones apresuradas con el fin de aliviar el malestar inmediato.

¿Por qué discutimos más cuando estamos cansados o con hambre?

Seguramente has escuchado la expresión «estar hambriento y enojado». La relación entre el hambre y la irritabilidad es real: un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences demostró que los niveles bajos de glucosa en la sangre están relacionados con un mayor nivel de agresividad en las relaciones interpersonales. Puedes leer el estudio completo aquí: https://www.pnas.org/content/111/17/6254.

Cuando estamos cansados o con hambre, nuestro umbral de tolerancia baja, haciendo que reaccionemos de manera exagerada ante pequeños problemas. Lo mismo sucede con el dolor: cuando sentimos molestias físicas, nuestra paciencia disminuye, lo que puede derivar en discusiones innecesarias con quienes nos rodean.

¿Cómo evitarlo?

No tomes decisiones importantes cuando estés cansado o hambriento.

Antes de una conversación importante, asegúrate de haber comido y descansado bien.

Si notas que estás irritable, date un tiempo antes de responder impulsivamente.

Tu cuerpo influye en tu mente más de lo que crees

No solo nuestras emociones afectan a nuestro cuerpo, sino que también nuestro estado fisiológico influye en nuestros pensamientos. Cuando estamos agotados o con hambre, es más fácil que caigamos en pensamientos negativos o catastrofistas.

Prácticas para mejorar la autorregulación:

Mindfulness: La atención plena nos ayuda a identificar nuestras emociones y responder de manera más consciente.

Ejercicio físico: Mejora la regulación emocional y reduce el impacto del estrés fisiológico en la toma de decisiones.

Alimentación balanceada: Mantener niveles estables de glucosa en la sangre evita cambios bruscos de humor.

Sueño reparador: Dormir entre 7 y 9 horas mejora el autocontrol y la capacidad de tomar decisiones racionales.

Haz la prueba: ¿Eres más impulsivo cuando tienes hambre o sueño?

Te propongo un ejercicio simple: durante una semana, toma nota de cómo te sientes en distintos momentos del día. ¿Notas que tu paciencia disminuye cuando no has comido en varias horas? ¿Tus respuestas son más impulsivas después de una mala noche de sueño?

Puedes llevar un registro con estas preguntas usando una libreta o aplicaciones como Daylio, Moodfit o Notion, que permiten hacer un seguimiento de tu estado emocional y físico a lo largo del día.

¿Cómo me siento físicamente en este momento? (Ej: cansado, hambriento, con dolor)

¿Cómo afecta esto a mi estado de ánimo y mis pensamientos?

¿Mis respuestas son más impulsivas o controladas?

Este ejercicio te ayudará a tomar conciencia de cómo tu estado físico influye en tu forma de reaccionar.

Una sesión de coaching ontológico sobre este tema

El coaching ontológico trabaja desde la raíz: la manera en que interpretamos la realidad y nos comunicamos con nosotros mismos. Por ejemplo, en una de mis sesiones, un cliente descubrió que su irritabilidad con sus compañeros de trabajo no se debía a un problema de relaciones interpersonales, sino a su tendencia a saltarse comidas y dormir poco. A través del coaching, logramos identificar cómo estos factores físicos influían en su estado emocional y trabajamos en estrategias para mejorar su bienestar y reducir sus reacciones impulsivas.

En una sesión de coaching sobre impulsividad y estado fisiológico, exploraremos:

Tus patrones de reacción ante el hambre, el cansancio o el dolor.

Cómo influyen tus pensamientos y creencias en estas respuestas impulsivas.

Herramientas para tomar conciencia y responder con mayor calma y claridad.

Un plan de acción personalizado para mejorar tu autocontrol y bienestar.

Si te has sentido identificado con lo que hemos hablado y quieres trabajar en mejorar tu regulación emocional, te invito a una sesión de coaching conmigo. Juntos exploraremos cómo gestionar mejor estas situaciones y lograr un mayor equilibrio en tu vida.

📅 Reserva tu sesión gratuita

Puedes agendar una sesión inicial sin compromiso para explorar este tema y encontrar estrategias que te ayuden a mejorar tu bienestar.

¡Tu cuerpo y tu mente merecen estar en armonía! No dejes pasar más tiempo para mejorar tu bienestar. Escríbeme y conversemos.

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