Un amigo cercano llega a ti con un problema. Está pasando por un momento difícil, se siente perdido o frustrado consigo mismo. ¿Cómo reaccionas? Seguramente le escuchas con atención, le ofreces palabras de aliento, intentas hacerle ver que no es tan duro consigo mismo.
Ahora, ¿qué pasa cuando eres tú quien está pasando por un mal momento? ¿Te hablas con la misma amabilidad? ¿O, en cambio, te criticas sin piedad, te exiges más de la cuenta y te castigas mentalmente por no haber hecho mejor las cosas?
La paradoja de la autocompasión.
Nos resulta fácil ser compasivos con los demás, pero cuando se trata de nosotros mismos, aplicamos una regla distinta. Nos exigimos más, minimizamos nuestras emociones y nos reprochamos cualquier fallo. Esto no solo es injusto, sino que nos coloca en un estado constante de lucha interna.
La compasión no es lo mismo que la lástima ni la autocomplacencia. No significa excusarnos o victimizarnos, sino darnos el mismo trato que daríamos a alguien que queremos. Es reconocer nuestras dificultades sin castigarnos por ellas.
¿Por qué somos tan duros con nosotros mismos?
Hay varias razones por las que nos tratamos con más dureza que a los demás. ¿Te reconoces en alguna/s de ellas?
Cultura del esfuerzo extremo: Nos han enseñado que para tener éxito hay que empujarnos hasta el límite y que cualquier debilidad es un fallo.
El mito de la motivación basada en la crítica: Creemos que si nos hablamos con dureza, rendiremos mejor. En realidad, la autocrítica excesiva genera estrés, miedo al fracaso y parálisis por análisis.
Hábito de juzgarnos: Desde pequeños aprendemos a medirnos según expectativas externas. Nos acostumbramos a compararnos y a sentir que nunca es suficiente.
Miedo al conformismo: Pensamos que si somos amables con nosotros mismos, nos volveremos vagos o mediocres. Pero la compasión no implica conformarse, sino motivarse desde el cuidado, no desde el castigo.
Un reto: ¿Te animas a probarlo?
La próxima vez que te critiques, haz este ejercicio:
Identifica el pensamiento negativo. Ejemplo: «No sirvo para esto.
Imagina que un amigo te dice lo mismo sobre sí mismo.
Respóndele con empatía.
Ahora dirige esa misma respuesta hacia ti.
La compasión no nos debilita, nos fortalece. Tratarte con amabilidad no significa que te rindas, sino que te das el apoyo necesario para seguir adelante.
Ojalá te trataras a ti mismo con la misma compasión con la que tratas a los demás. Mereces ese cuidado.
Si quieres trabajar en tu autocompasión y en mejorar tu bienestar emocional, reserva una sesión conmigo.

A través del coaching ontologico te acompaño a gestionar las crisis existenciales de la mediana edad para que puedas llevar la vida que realmente quieres sin tener que romper con tu vida actual ni hacer cambios drásticos. Más información.
Es una gran verdad. Muy buen articulo y muy certero. No somos nuestro mejor amigo sino nuestro peor enemigo. Somos buenos, generoso y damos muchos buenos consejos que ayudan a los demás, pero a la hora de la verdad la autocompasión no existe porque es como «una debilidad» contigo mismo que no crees merecer En el fondo no queremos reconocer que nos hace falta y mucho para seguir… respetándonos.
Esa técnica de autocompasión que dices y aplicas no la hacemos y nos sería muy util, pero ¿por qué no?, ¿que se esconde detrás? y no queremos reconocer que «solo los demás valen y merecen lo mejor y nosotros no? La Autoestima salió volando hacia otro lugar donde la tratan mejor que nosotros…Tengo mucho, mucho que aprender y valorar…menos leer y más aplicar lo que leemos, sin eso, por mucho que leamos… nada práctico y que cambie nuestra vida será posible
Saludos cordiales. Un abrazo y hasta más ver
Lo que se esconde detrás, como bien intuyes, tiene mucho que ver con tus creencias más arraigadas: “no soy suficiente”, “no me lo merezco”, “primero están los demás”. Son narrativas que se llevan dentro casi sin darte cuenta, y que te mantienen en un lugar de exigencia o sacrificio silencioso.
Es algo que aprendiste en algún momento de tu vida y que seguramente te sirvió para adaptarte a alguna situación. No importa mucho de donde venga en realidad, el tema es que es aprendido y por tanto puede ser sustituido por otro aprendizaje que consideres más beneficioso para ti en la actualidad.
Gracias de corazón por compartir tu reflexión.