El sueño es una de esas necesidades básicas que damos por sentadas hasta que empiezan a faltar. Solo cuando los efectos del insomnio o la falta de descanso empiezan a hacerse notar en nuestra vida diaria —fatiga, irritabilidad, dificultad para concentrarnos— nos damos cuenta de cuánto dependemos de una buena noche de descanso.
Sin embargo, para entonces, ya podemos estar atrapados en un círculo vicioso en el que la falta de sueño afecta nuestra salud mental, y nuestra salud mental, a su vez, dificulta el sueño.
Regulación emocional: menos sueño, más emociones desbordadas
El sueño no es solo descanso físico, sino un momento crucial para procesar y regular nuestras emociones. Durante las fases de sueño profundo, el cerebro organiza recuerdos emocionales y ayuda a reducir la intensidad de experiencias estresantes.
¿Qué pasa cuando no dormimos bien?
La falta de sueño puede amplificar emociones negativas y reducir nuestra capacidad para manejarlas. Un contratiempo pequeño puede parecer un desastre, y es más probable que reaccionemos de manera exagerada a las dificultades cotidianas.
Ejemplo: Después de una noche en vela, discutir con un compañero de trabajo o lidiar con un atasco puede llevarte al límite emocional.
Relación con trastornos mentales: un círculo peligroso
El insomnio no solo es un síntoma común en trastornos como la ansiedad y la depresión, sino que también puede ser un desencadenante o un factor agravante. La conexión entre el sueño y la salud mental es bidireccional:
Dormir poco puede aumentar el riesgo de desarrollar trastornos mentales.
La ansiedad o la depresión pueden dificultar aún más conciliar el sueño.
¿Por qué ocurre esto?
La privación del sueño afecta las áreas del cerebro responsables del control emocional y la toma de decisiones, como la amígdala y la corteza prefrontal. Esto intensifica sentimientos de preocupación, tristeza o irritabilidad.
Ejemplo: Alguien que lucha contra la ansiedad puede quedarse despierto con pensamientos repetitivos, lo que perpetúa el insomnio y agrava el malestar.
Impacto en la cognición: decisiones y memoria bajo mínimos
El sueño es esencial para que nuestro cerebro funcione de manera óptima. Durante las fases REM, se consolidan los recuerdos, se fortalecen conexiones neuronales y se eliminan desechos metabólicos del cerebro. La falta de sueño afecta directamente:
La concentración y la atención: Nos cuesta más mantener el foco en tareas importantes.
La toma de decisiones: Sin el descanso adecuado, es más probable que tomemos decisiones impulsivas o menos efectivas.
La memoria: Dormir mal dificulta recordar información nueva o hechos recientes.
Ejemplo: Después de varias noches durmiendo poco, podrías olvidar detalles importantes de una reunión o cometer errores en tareas cotidianas como calcular gastos.
Mejor prevenir …
Cuidar nuestra salud mental empieza por algo tan básico como mejorar la calidad del sueño. Es más fácil prevenir problemas con una buena higiene del sueño que arreglar el daño una vez que aparecen.
Si te sientes atrapado en un ciclo de mal descanso y malestar emocional, recuerda que no estás solo y que siempre hay formas de recuperar el equilibrio. Y si necesitas orientación, no dudes en buscar apoyo profesional. Dormir bien es el primer paso hacia sentirte bien.

Coach Personal acreditado por ICF. Máster en Psicología Clínica y Recursos Humanos. Consulta Presencial y Online en Santa Cruz de Tenerife. Te acompaño en la búsqueda de tu Plan de Acción. Información de Contacto.